La Iguanada de hoy es: POLÍTICA. Reflexiones electorales.

2010: Un nuevo triunfo Revolucionario… Institucional.

Transcurre el 2 de julio del año 2000, el día pasa lento, sombrío, cuasi estático. Un ambiente de tedio inunda las calles en todo el país, se respira incertidumbre, los nervios recorren el cuerpo de gran parte de la población; pero nunca con tanta fuerza como en el cuerpo de aquel gigante, mítico ser de la prehistoria que por primera vez huele de cerca su propia muerte. Días antes su propia cabeza le había dado la espalda, se había volteado y mordido la cola entregando su cuerpo cual presa que se expone con toda libertad – Nos has traicionado Zedillo, nos has traicionado -, pensaba el gigante.

Las horas pasan, la noche cae, se iluminan las casas y se iluminan las caras, caras de millones de mexicanos estupefactos frente a un televisor, todos miraban a un hombre cano de anteojos o a un hombre de abundante bigote, no importaba quien fuera, lo importante era lo que dijera. Aquel día un ranchero tozudo había tirado sus jeans y sus botas para vestirse de gladiador, no era un león su rival, era la historia, era el pasado, era ese gigante monstruoso y temido con la frente pintada de tres colores. La gente esperaba el resultado de la batalla que se había librado.

Victoria… Ese era el resultado, como su famosa señal “V” lo había vaticinado, el ranchero vestido de gladiador había triunfado. Ese día el pueblo se unió en un solo grito, los ojos de los mexicanos lloraron, las calles de las ciudades se llenaron de fiesta, de ruido, de alaridos de felicidad. Brotó el grito contenido por décadas, después de setenta años, setenta largos y casi todos tortuosos años, el monstruo, ese monstruo llamado PRI, había sido derrotado. Y en los televisores se grababa para la historia aquel momento tan épico como conmovedor, la imagen de Fox, alzando la mano y la voz frente a miles y miles que le aclamaban entorno al ángel de la Independencia, - ¡Hoy!, ¡Hoy!, ¡Hoy! - clamaba el pueblo cual orquesta de viento, - No les voy a fallar, ¡No les voy a fallar! – respondía aquel hombre de casi dos metros.

Aquel día, por primera vez en la historia moderna de nuestra nación, la presidencia de la república quedaba en manos de la oposición, la alianza PAN – PVEM, se alzaba sobre el eterno PRI. La esperanza inundaba al país, los vientos de cambio resoplaban sobre cada moreno rostro. Lástima que esa esperanza durara tan poco, se fue con “los quince minutos”, se fue al lugar de los sueños rotos.

2 de julio de 2006, la historia presencia lo que seis años antes parecía impensable. EL gigante sigue dormido, pero su cazador, otrora héroe popular se ha convertido en un nuevo león, al ruedo se avienta un nuevo gladiador, de acento costeño, rostro risueño y cabello… Bueno, no hablemos del cabello. La gente asiste a las urnas con el recuerdo aún fresco de que finalmente se ha ganado la democracia en México, si habían logrado acabar con setenta años de villanía, un monstruo bebé de seis años y con una sola pata sería una presa sencilla de aniquilar.

De nuevo, como hace seis años, cae la noche. Esta vez, el pueblo recibe la nueva noticia con sorpresa e indignación, el pequeño monstruito ha aprendido mucho de su predecesor. Clic aquí, clic allá, apaga monitor, enciende monitor, ¡Vualá! El PRD cae, el PAN gana, buenas noches, por favor todos a sus casas (claro que muchos no se fueron luego, luego a sus casas). La única buena noticia, es que el PRI, al menos no ha dado batalla.

15 de Julio de 2010, ha pasado semana y media desde la última jornada electoral donde se han elegido gobernadores en doce entidades, diputados locales y presidentes municipales. A tan sólo dos años del término del presente periodo sexenal, los resultados son de alarmar.

Y no es para más, en pleno 2010, cien años después del comienzo de la Revolución nacional; ochenta años después de su nacimiento, diez años después de su apaciguamiento, el PRI ha vuelto a despertar y noquear como en sus mejores tiempos a casi todo rival.

El PRI ha ganado 9 de 12 gubernaturas; en el Estado de Hidalgo, aún frente a la poderosa (y por supuesto que ilógica) coalición PAN – PRD. Aplastó a sus enemigos en la ocupación de curules en los Congresos locales y sentó por mucho una gran mayoría de alcaldes suyos en los municipios de 14 Entidades. Y no es la primera ocasión, ya en las anteriores contiendas el PRI se alzaba de igual manera como el gran triunfador, esta vez repitiendo con gran claridad y Beatriz Paredes, sonriendo desde su lugar.

Los casos de los Estados de Sinaloa, Puebla y Oaxaca, se tiñen por su particularidad. La inseguridad, la violencia y la hostil realidad del primero; el espectáculo que ha sido el gobernador del segundo; y la grosera situación de acoso, violencia y represión del tercero; han levantado a la gente de su letargo, botando a los gobernantes del PRI de su cargo. Eso sí, con mucho trabajo, pues en estos casos los gobernadores electos representan también a un PAN y PRD (¿cómo es que sucede esto?) coalicionados.  

Sin embargo, los logros electorales del PAN y el PRD siguen siendo mínimos y se quedan cortos en relación con los del Revolucionario Institucional. Cuando uno recuerda lo narrado en las primeras líneas acerca del año 2000 e incluso la historia de apenas hace cuatro años, surge la imperiosa necesidad de preguntarse ¿Qué diablos ha pasado?, ¿Cómo es que el PRI de nuevo lo ha logrado?

¿Ha sido acaso por un gran manejo del Partido por parte de su presidenta Beatriz Paredes? Tal vez, pues es una mujer astuta y voraz, pero no. ¿Ha sido por el mal manejo de imagen pública por parte del PAN? Influye, pero no.

¿Ha sido por un mal trabajo por parte de los representantes de la oposición? Aquí seguramente encontramos mucho de culpa. En un México que lleva sumiéndose más de veinte años entre el lodo de las políticas neoliberales, gobernado siempre por Partidos de Derecha, nos encontramos carentes de una Izquierda fuerte y unida, de esa Izquierda verdadera, más política y menos grillera, de esa Izquierda que no solo se plasme en el nombre sino en el accionar de sus ideas, de una Izquierda menos convenenciera y que no coalicione con su gran opositor de Derecha, solo para ganar una que otra contienda.

En México estamos carentes de una verdadera fuerza de Izquierda, el PRD está lejos de ser esa Izquierda política que se jacta de representar. ¿Cómo influye esto para el aparente retorno del PRI? Pues bien, resulta que para el mexicano más vale malo conocido que bueno por conocer, y después de diez años de gobierno del nuevo conocido nos dan ganas de volver al malo conocido, pues el nuevo no es malo, sino parece peor.

Ante el declive de un PRD que no impacta con fuerza (más allá de algunos Estados donde se ha posicionado con relativa franqueza, Chiapas y el propio D.F., por ejemplo) entre los miembros del padrón electoral, pues sus conflictos internos no ayudan a que logre transmitir la certeza ni la confianza necesarias para ganarse el voto; y ante la perspectiva de estar siendo gobernados por un PAN que ha hecho del Estado Nacional poco menos que una verbena popular, cada quien en su fiesta y al final todo de cabeza, el mexicano que a veces parece olvidar demasiado pronto, empieza a recordar con paradójico cariño y nostalgia los años en que el PRI era quien lo gobernaba.

Las crisis, la falta de vivienda, la no libertad de expresión, la represión, el genocidio, el FOBAPROA y demás males, empiezan a parecer nada (¿será?) cuando se comparan con la actual devaluación, el desempleo, la inseguridad, el narcotráfico, y la corrupción (¿acaso no la había antes?). Es entonces cuando añoramos lo indeseable y comenzamos a querer regresar de nuevo, perdonar y confiar otra vez, resucitar a ese monstruo cuya muerte vitoreábamos hace diez años. “El PRI sí sabe gobernar”, incluso es su nuevo lema, y se lo compra la gente.

Las tendencias empiezan a ser claras, y ya se conocen aquellos que se perfilan para ser los grandes contendientes en el 2012, una cara bonita por parte del PRI, un chico popular por parte del PRD, y (¿ ?) ¿Acaso un dedazo? Por parte del PAN.

Pronto llegará el momento de decidir entre el retorno de monstruo, el ascenso de la débil, indecisa y mal ordenada izquierda, y la remanencia del gobierno repudiado. Ante esta perspectiva, ¿Qué futuro nos puede esperar a los mexicanos?

Desconozco que vaya a pasar, pero en lo personal no me arriesgo a volver al pasado, ¿O acaso queremos unos nuevos setenta años? Tal vez sea tiempo de que como mexicanos hagamos algo que casi nunca intentamos, darle continuidad a un proyecto, que aún no ha tenido el tiempo ni ha estado en las mejores manos, pero que ya es algo y es un proyecto que comenzamos aquél día cuando todos vitoreamos “Hoy, hoy, hoy”, y después nos sentamos.

Y tal vez sea tiempo de exigir a la Izquierda, que deje de ser la Izquierda de Ortega, de Encinas, de Obrador ni de Ebrad, y que se convierta en nuestra Izquierda, esa que en verdad puede cambiar la cara no sólo de México sino de todo Latinoamérica.

Es claro, que como pueblo mexicano si nos quedamos con las opciones que nos están dando, vamos a llegar donde sea, menos a algún lado. Como pueblo también es nuestra responsabilidad generar un cambio, pero debemos comprender que no lo vamos a lograr tan solo votando cada vez que hay elecciones, ya sea por el que está, por el nuevo, o por el dinosaurio.

Con la plena seguridad de que nos encontraremos más adelante en el sinuoso camino de la vida, IB se despide dejando a su disposición el siguiente correo, donde con gusto se reciben sus dudas y comentarios. O bien el debate queda abierto con todas sus opiniones, que serán siempre lo más valioso para este blog, IB por supuesto responderá a cada una de ellas.

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